sábado, 17 de noviembre de 2007

EL POSMODERNISMO

A Saúl Yurkievich,
que gustaba de mi trabajo

Carlos Rojas

El posmodernismo aparece en Ecuador en el segundo decenio del siglo veinte a través de publicaciones de revistas que propagan esta tendencia. Así, en abril de 1917, circula el primer número de la revista La Idea, de la cual sus redactores más perseverantes fueron Gonzalo Escudero y Jorge Carrera Andrade. Casi al mismo tiempo aparece la revista Acuarela, bajo cuya dirección se encuentran Miguel Angel León y Miguel Angel Zambrano.

La nueva concepción de esta generación podemos extraerla, inicialmente, de la exposición de Jorge Carrera Andrade en su libro Mi vida en poemas (1962), donde esclarece algunos puntos de esta promoción: "En el Romanticismo y el Modernismo se dio poco lugar a las cosas, éstas sirvieron solamente para probar la maestría del lenguaje, para ejecutar juegos musicales o tomarlas como fondo decorativo del poema. Es solamente en la época moderna....en que tentativas más o menos acertadas han otorgado a las cosas el sentido que le corresponde en el dominio de la poesía”.

La transformación de la poesía en busca del entorno, lo que incluye, además, un cambio de eje simbólico se produce en el soneto del escritor mejicano Enrique González Martínez: Córtale el cuello al cisne, que consta en su libro Los senderos ocultos (1910:

" Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje
que da su nota blanca el azul de la fuente;
el pasea su gracia no más, pero no siente
el alma de las cosas y la voz del paisaje."

En este poema encontramos, de manera transparente, la exhortación a la destrucción de una constante significativa del modernismo (el cisne) con la calificación de /engañosos plumaje/ y la función de /no sentir/ a la par que se avizoran nuevos elementos / el alma de las cosas y la voz del paisaje/.

Las cosas y el paisaje, que pueden traducirse fácilmente como la búsqueda de la naturaleza como un elemento de identidad del ser con el entorno, lo que si bien fue una constante de esta generación no se constituyó en la única, ya que debido al espacio en que se desarrolló este discurso llegó al proceso de modernidad, donde tuvo que enfrentar lo natural con lo construido artificial, que logró ampliar la propuesta inicial de la generación; esto lo encontramos en Jorge Carrera Andrade (Hombre Planetario) y en Gonzalo Escudero, en su poema Cuaderno de Nueva York en llamas, no así en Miguel Angel León, otro de sus poetas más representativos para quien el descubrir la naturaleza y cantar a las cosas fue su constante.

En los posmodernistas podemos destacar algunas lecturas significativas como: antropomorfización de la naturaleza que encontramos en las lecturas del viento, del agua y del fuego; lo natural frente a lo artificial; de lo provincial a lo universal, que articulan la confrontación del eje semántico denominado de lo natural a lo construido; esto marca abiertamente el discurso que propone la modernidad buscando establecer la identidad del sujeto-enunciador; el hombre frente a la ciudad industrial, la naturaleza beligerante y la búsqueda del yo. La problemática existencial del sujeto naturalista se avizora también por la relación de lo temporal frente a lo intemporal, que se presenta en el discurso.

Para el estudio de esta generación hemos elegido dentro de la isotopía Problemática existencial del sujeto naturalista, la lectura La búsqueda del yo, que tomamos de El hombre planetario, de Jorge Carrera Andrade.

LA BUSQUEDA DEL YO (IDENTIDAD)

Para analizar bajo este título El hombre planetario, de Carrera Andrade, hemos procedido a una segmentación de este poema en tres secuencias que constituirán la base del estudio, pero nos remitiremos a secuencias de otros poemas para apoyar nuestro propósito.

PRIMERA SECUENCIA

Salgo a la calle como cada día.
Fantasmas entre las casas me pregunto
el calor de la hora, el rostro incierto
el azul que me mira
hasta arder en su fuego más recóndito
La ciudad me cautiva, red de piedra.
Las calles me persiguen,
se congregan en torno
de las plazas del sol, grandes tambores
forrados con la piel
del cordero del cielo.

Si consideramos que el eje de significación de esta secuencia se articula sobre la oposición espacio interior del sujeto frente a espacio exterior:


noológico vs cosmológico.

La secuencia se inicia con un verbo de movimiento "salir", que apoya una circunstancia temporal "como cada día", lo que a la vez propone la reiteración de la acción. A nivel sintáctico el primer verso presenta a un sujeto /yo/ y un objeto /la calle/.

A partir del segundo verso el poema comienza a invertir su sintaxis, razón por la cual la lectura se hace menos transparente.¿Cuáles son los "fantasmas entre las casas"?, no creemos que el espacio interior del enunciador esté presente allí, sino quienes habitan ese espacio (allá), diríamos el espacio de los otros. El enunciado "el rostro incierto ... que me mira," nos parece otra descripción del espacio exterior que ahora reviste una totalidad: "cielo". Pero, debemos anotar que desde el segundo hasta el quinto verso el sujeto sintáctico /yo/ (del primer verso), se ha transformado en objeto al mismo tiempo que el rol gramatical del objeto que estaba cumplido por /la calle/ (el espacio) se ha transformado en sujeto sintáctico, lo que encontramos cristalizado en el enunciado: "La ciudad me cautiva".

Además, a medida que se desarrolla el discurso encontramos que el /yo/ va desapareciendo de la sintaxis: "las calles se persiguen, se congregan..." Podríamos decir que la acción va ahora "de las calles a las calles" y que el sujeto enunciador no se encuentra presente sino por su subjetividad marcada en los sintagmas analógicos: "grandes tambores...", "red de piedra".

Ahora bien, si efectuamos el paso del plano de la estructura de la lengua al de la significación, podemos encontrar lo siguiente: al principio de la secuencia aparece una relación que va de un /yo/ (sujeto) hacia un /espacio/ (objeto). Esta relación se transforma al contacto del sujeto con el objeto y se produce entonces la inversión de roles: Sujeto ("espacio") Objeto (/yo/). El estatuto del espacio /ciudad/ es el de Sujeto Operador de esta transformación.

PROPORCIONAMOS UN ESQUEMA DE ESTA TRANSFORMACION


--------------------------------------------------------------

ANTES TRANSFORMACION DESPUES
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Sujeto Objeto operador:/"cercar"/ Sujeto Objeto
/yo/ /ciudad/ Actante:/ciudad/ /ciudad/ /yo/
Objeto:/yo/
----------------------------------------------------------------

Podemos sintetizar el esquema proponiendo las funciones y calificaciones del Actante-ciudad:

FUNCION CALIFICACION
/"cercar"/ /"red de piedra"/

Que nos daría como resultado la relación semántica:

Englobante Ciudad
----------- ≈ ------
Englobado hombre

SEGUNDA SECUENCIA

"Soy ese hombre que mira desde el puente
los relumbres del río,
vitrinas de las nubes?".

En esta secuencia reencontramos, a nivel de la lengua, la aparición del /yo/ como sujeto gramatical. Este sujeto gramatical(yo soy) implica también una distanciación entre el sujeto de la enunciación y el sujeto del enunciado. De un "yo" a "ese hombre" hay una distancia que coloca una disimilitud entre los actores: "yo" Enunciador separado de "el hombre " que "mira los relumbres del río".

Intentaremos aproximar esta secuencia a otras (secuencias) en las que podremos ver un revestimiento vecino de significación, por no decir igual:

II

" Soy esa sombra sola
que aparece de pronto sobre el vidrio
de los escaparates?"

III

"Soy sólo un rostro, un hombre
un mecanismo oscuro y misterioso
que responde a la planta y al lucero?"

Las dos secuencias expuestas pueden esclarecernos el rol de "ese hombre". Sus funciones serían ("mirar, deslumbrarse") y sus calificaciones ("sombra", "rostro").

El esquema actancial podría ser el siguiente:

Destinador --------- Objeto -------- Destinatario
/ciudad/ /relumbres- /hombre/
vitrinas/

Explicaremos este esquema y su relación con el de la secuencia precedente de la manera siguiente:

a) En la primera secuencia el hombre sufre una transformación de sujeto a objeto.

b) En la segunda secuencia el hombre aparece como destinatario, consumidor, de los que le provee el destinador(ciudad).

c) Se opera de esta manera una escisión de "Yo" (recordamos que a menudo el /yo/ de la primera secuencia era sincrético: subsumía el yo del enunciado y el yo de Ego) entre un Enunciador que ya no participa en la manipulación del Destinador y el Destinatario que la sufre. Este enunciador instalado en el discurso observa los acontecimientos y se pregunta si él existe, si hay una identidad entre este ser, producto de un universo construido y él.

TERCERA SECUENCIA

Esta secuencia nos puede esclarecer la disyuntiva que se plantea hasta ahora:

"Fui Ulises, Parsifal;
Hamlet y Segismundo y muchos otros
antes de ser el personaje adusto
con un gabán de viento, que atraviesa
el teatro de la calle."

Podemos subrayar, en esta secuencia, la diferencia de lenguaje con relación a la secuencia inicial. Los sintagmas analógicos que estaban presentes en la primera secuencia han desaparecido aquí, el enunciado es directo, podemos decir transparente.

Sobre el plan discursivo, el "yo" continúa asumiendo su rol de sujeto, al mismo tiempo que se sincretiza con actores histórico-culturales.

Si podemos observar en esta secuencia un recorrido del sujeto-enunciador hacia un "antes", podemos también dividir el sincretismo "yo/los otros", para buscar en el eje temporal la conjunción del sujeto que se manifiesta como una búsqueda de identidad.

Encontramos en la segunda secuencia que el enunciador se plantea una disyuntiva sobre la condición de Sujeto-Destinatario que estaba sometido a la acción de un Destinador (ciudad), enunciación que se manifestaba sin temporalidad definida. Por el contrario, el discurso de esta secuencia efectúa la delimitación temporal pertinente: "ahora".

Resumiendo estas observaciones en un esquema, tenemos:

----------------------------------------------------------------

temporal: pasado presente
deixis
espacial: espacio espacio
exterior interior
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Sujeto Objeto Sujeto Objeto

"Yo" referencias "Yo" "hombre de
histórico- la ciudad"
culturales
(Ulises...)
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Sin embargo, quedaría como una propuesta hipotética del enunciador, el hecho de aceptar una conjunción u otra.
Podemos decir que en el espacio interior del enunciador residen tanto los valores culturales como los valores naturales -puesto que se trata de un sujeto naturalista- donde acude para lograr su transformación. Podríamos simplificar la función de esta secuencia bajo la acción de /asumirse/ y decir que el sujeto opone la calificación "red de piedra" ("grandeza- masividad") de su espacio presente a la "grandeza cultural" que le antecede: al sentido mecanicista opone los valores instintivos que residen en el hombre.


Esto puede leerse en otras secuencias de poemas del libro que tratamos:

VIII

"Todo lo puede crear la humana ciencia
menos ese resorte del instinto
o de la voluntad, menos la vida"

XIII

"Los artefactos, las perfectas máquinas,
el autómata ojo de luz verde
igualan por lo menos a una abeja
dotada de reflejos naturales...?"

Conforme a la lectura propuesta bajo el título de "La Búsqueda del Yo", hemos analizado el recorrido del sujeto lírico en la búsqueda de su yo. Aquí hemos observado que el Sujeto comienza su recorrido a partir de un universo que hemos denominado "construido" (artificial, producto de la modernidad) y que cuando éste es seducido por el espacio construido se transforma de Sujeto en Objeto y las funciones que debía cumplir como sujeto son transferidas a ser efectuadas por "el otro", hasta que con la reflexión propuesta en la segunda secuencia -según nuestra delimitación-: "Soy ese hombre"? , inicia ahora un recorrido hacia su pasado o buscar lo que podríamos denominar "sus raíces" y consciente de esto se asume ahora como "como un personaje adusto con un gabán de viento" y que su "instinto...voluntad... reflejos naturales..." jamás podrán ser creados por "la humana ciencia". Podemos concluir diciendo que en esta lectura del sujeto posmodernista se plantea la oposición del enunciador con su "yo natural e instintivo" al "mundo construido" y que la autonomía (o "relativa autonomía") radicaría en el poder de realizar acciones que estén fuera del alcance del "universo mecanizado", es decir, el paso de un Destinatario-Consumidor a un Sujeto-Ejecutor, operador voluntario de sus acciones.